
Escucha
el ECO
Desperté.
Inmediatamente giré la cabeza a la izquierda y allí estabas.

Un día más que tengo el privilegio, la dicha de verte.
De tenerte aquí, tan cerquita, allí no más, a metros de distancia.
Puedo extender mi mano y hacerte piojito.
Te vi, y como siempre te empecé a hablar y a decirte cositas lindas.
Y desde el día en el que me cayó el veinte y me dijiste que tú eres yo, y que yo soy tú, cada vez que te-me veo o te-me hablo, lo hago con tanto amor, y tanta devoción, y tanta veneración y tanto agradecimiento, que mi corazón y todo mi cuerpo se llena de una sensación como de amor profundo, de plenitud, de dicha perenne.
Se me cierra la garganta.
Me emociono cuando te hablo.
Es algo inexplicable.
Es como estar frente a tu amor máaaaaximo de la vida, pero más, mucho, mucho, muchísimo más.
Es verte, y querer verte más, más y más… contemplarte para siempre.
Para toda la eternidad.
Fundirme contigo.
Camuflajearme abrazando tu pared.
Quisiera grabar en mi memoria cada uno de tus arbolitos, -sobretodo esos, los de hasta arriba, los más ralitos y que tanta ternura me dan, los que me recuerdan el pelito del xolo rubio que por azares del destino llegó a sostener mi vida.

“…esos, los de hasta arriba, los más ralitos y que me dan tanta ternura“
“…los que me recuerdan el pelito del xolo rubio que por azares del destino llegó a sostener mi vida.”

Grabarme tus enormes muros, que en temporada de lluvia te protegen y abrigan de verde, y en temporada de secas, -cuando hace tanto calor que hasta los alacranes van a la tiendita de Don Simón por un suerito de coco bien frío-, te desnudan para permitirme apreciar tu belleza.
Me encantaría registrar también cada una de las marcas del agua que escurren y ennegrecen tus precipicios.
Registrar tus hendiduras,
y salientes,
rocas descomunales,
recovecos
y cuevas.
Tienes diferentes tonos de verde y muchos troncos de distintos tamaños, grosores y colores.
Veo que, por allí, se asoman penosamente algunas matas, muy poquitas, de bugambilias.
Entonces te dije:
“¡Cómo estás bella!”
“¡Me encantas!”
“Gracias por permitirme estar ante ti hoy”
“Gracias porque pude despertar”
“Gracias porque todavía puedo ver y oír”
“Te amo tanto”
Y sonreí de oreja a oreja.
Y sentí tan bonito.
Y al sonreír así, tan plenamente, tan llena de tí-mí, noté que, sin quererlo, se me entrecerraron los ojos porque los cachetes me han crecido mucho, al igual que la panza y los brazos. Tengo celulitis hasta en los tobillos.
Han sido meses duros de regresar a hábitos no muy lindos para paliar el dolor. Pero yo, como tú, cambio todos los días.
Hoy también veo que tú estás rechonchita y cada vez con más grietas y manchas ¿eeehhhh?, y ¿sabes qué? te-me veo inmensamente hermosa.
Cada día estás más bella.
Hay algo divino allí.
Lo siento.
Lo sé.
Y sucedió, que cuando estaba reabriendo los ojos y te-me contemplaba anonadada, enamorada, flechada, con el cuerpo tendido boca arriba en la cama, en camiseta y chones -los aguados, los de dormir-, con la cabeza girada un poco a la izquierda viéndote, y el xolito-boiler hecho un ovillo, durmiendo a mi lado izquierdo, de repente vi cómo en tu sección media, los árboles se levantaron, caminaron y cambiaron de lugar. Los de abajo se movieron a la izquierda, los de arriba lo hicieron diagonalmente, y los de la derecha tomaron el lugar de los de abajo. Lo hicieron rítmicamente, como bailando.
Y pensé: “¡Ah chingá!”, seguro fue un rollo de ilusión óptica”
Pero se vio padrísimo. Haz de cuenta que se levantaron y caminaron, moviendo todo su follaje con ritmo -pa-pa-pa-pá /pa-pa-pa-pá /pa-pa-pa-pá-, para luego cambiar otra vez de lugar, como reacomodándose en la pista de baile.
Vi a algunos como tomándose de la mano en grupos de tres, otros iban en grupos de seis, otros más iban de diez en diez. ¡También vi muchas parejas!
Ja, ja, ja, ¡qué loco!, pero qué padreee, ¡ wooow!
Y me dije: “A ver, lo intentaré otra vez, para verlos bailar. Qué bonito.”
Y no, por más que inflé los cachetes, entrecerré los ojos de varias formas, me tapé un ojo, luego el otro… nada. No los vi más.
***
Oye, ¿qué crees?
¿Me ves trabajando frente a tí ahorita?
Son exactamente las 2:40 pm del 29 de junio de dos mil veinticinco.
Pues le estoy preguntando al chat GPT cuál es la mejor forma de subir archivos (audios, videos, textos, memes) para nutrir “Cuevita”, bueno, pues me contestó recomendándome vaaaarios plug-ins y post-x, en función al prompt que previamente le di:
“Que sean gratis” – a hueeeevo-,
“orgánicos” -obvi-,
“prácticos” -mega obvi-, y
“altamente estéticos (recuerda nuestro ascendente en libra), pero minimalistas, pero wabi-sabi, pero chic, pero-que-pueda-usarlos-en-chinga-pero-PRO-pero- mujer-latina-de-50-años-y-ochentera -ultra mega obvi-.
Y ¿qué creeeees?
Que me sorprendió muy cabronamente respondiéndome esto:

¡Agggghhhhhhh!…
¡Saque de onda total con su respuesta: “para dar un título o nombrar tu mood“, cuando obvio, yo no le cuento al chat GPT NADA DE TÍ…!