
Yo no sé de géneros ni de reglas gramaticales, ortográficas, ni lo que opina la RAE.
No puedo leer ni un libro al año.
Yo nada más sé que siento mucho-mucho y muy profundamente.
Que desde chiquita, siempre necesité expresarme públicamente…
compartir, verbalizar y hasta hacer performance de todo lo que me pasaba en la vida.
Casi siempre corriendo, pero de puntitas, en chones, y completando el look con una falda de regional roja atada al cuello, como capa.
La neta, no importa quién escribe,
sino desde dónde lo escribe y para qué lo escribe.
Yo escribo desde un corazón despierto,
que cree que los perritos son seres mágicos y superiores,
maestros de vida, y el medio perfecto para vivir el amor más puro y desinteresado de toda tu vida.
Escribo porque necesito sacar esto que me atraviesa diariamente.
Escribo para recordar lo que ya soy.
Escribo para husmear por los 9 niveles del Mictlán
y para regodearme —y comer gansitos— en los 13 niveles celestes.
Escribo porque tú y yo somos lo mismo,
pero con diferente aroma.
Escribo porque, en mi loca y naiif cabeza,
te veo.
Y te veo tan–pero–tan hermoso (a),
que quiero que estemos bien,
mejor que nunca,
platicando de todo:
de cosas fuertes, intensas, profundas o de cualquier pendejada,
pero juntos.
Escribo por ambos,
para que podamos recordar lo que somos.
Y que amemos eso:
lo que ya somos.