Territorios invisibles:
océano cósmico de exploración,
guía y
respuesta del exterior,
espejo de obsidiana interior.

Soñar que sueño
Lo creo todo.
Desconfío de todo.
Creo en la interconexión de todo con todo.
Creo que hay multiversos externos e internos.
Creo en que vivo infinitas realidades que transcurren todas al mismo tiempo,
y que en este preciso instante soy consciente solo de una.
A veces, cuando dejo el miedo a un lado y las chaquetas mentales del otro, doy aire a la intuición plutoniana. Entonces, logro asomarme a esas otras, mis infinitas realidades, o recibo mensajes de esa versión mía que por fin está en paz, en equilibrio, y vive siempre, siempre en el amor.
Aquí están reunidos datos de lo intangible, que dibujan una estela de tesoros entrañables:
me invitan a tocar estrellas,
me inducen al autoconocimiento,
me dan la certeza de que hay algo más, algo supremo y hermoso de lo que formo parte,
y me hacen caer en cuenta que esta vida, de la que elegí ser consciente -esta en la que mido 1.60, peso 76 kilos, tengo 50 años y me veo a mí misma con cuerpo de mujer, pero con mentalidad de hombre guarro-
es solo una de mis tantas, tantas vidas soñando.
* * *
Soñar que sueño.
Soñar que vuelo.
Que controlo mi sueño.
Que mis abuelas viven.
Que estoy dormitando horizontalmente en la cama de una de ellas, justo donde pega ese rayito de luz matinal.
Que llega Mamá Pita, apaga la tele y me rasca la espalda.
Que floto apaciblemente en la oscuridad e inmensidad absolutas de un océano cósmico.
Que pasa un tiburón ballena por arriba de mí, que lo abrazo y le hago cosquillas en la panza.
Que en lugar de chakras me habitan constelaciones de colores que giran y giran, dejando elipses de diamantina.
Que mis piernas realmente son raíces que se entretejen con otras amigas raíces y que nuestro pelo son esas hojas que aunque rejegas, se dejan enamorar con la libertad, frescura y diversión del viento.
